Cuando tenía 15 o 16 años mis padres me invitaron por mi cumpleaños a montar a caballo, recuerdo que fue un caballo blanco un tanto delgaducho pues era muy mayor, pero con ganas de moverse, nos dieron unas vueltas por un picadero para enseñarnos lo justo para girar, parar y hacer mover al animal, tras esos minutos nos sacaron de paseo al campo.

Yo sentía como aquel caballo se movía llevándome encima sin ninguna dificultad, iba tranquilo y con ganas de explorar pues le observaba como miraba hacia todos lados con curiosidad. Mi emoción era tan grande que según caminaba el caballo más entusiasmada estaba yo, por lo que debí contagiarlo pues en un instante decidió ponerse a correr suavemente. Mi cara debió ser un poema, los ojos abiertos al máximo, mi cabello volando como las crines del caballo (no me pusieron casco) y no pude resistir el expresar mi alegría pegando un grito de “yuuuuuuujuuuuuu”.

Desde aquel día supe que tenía que volver a montar más, que necesitaba conocer más de los caballos, aprender todo sobre ellos, supe que aquella experiencia no iba a ser la única. Desgraciadamente mi familia no podía permitirse que yo montara a caballo asiduamente (siempre ha sido una actividad cara) por lo que solo pude montar en cada uno de mis cumpleaños siguientes.

En cuanto tuve los años necesarios para trabajar y ganar mi primer sueldo decidí invertir en un curso intensivo para montar a caballo, allí me enseñaron no solo cómo manejar el caballo montado, las ordenes que hay que darle para que realice diferentes movimientos, sino que me mostraron algo más, me enseñaron el día a día de un caballo, no solo era montar y fuera, también era limpiarle, alimentarle, acondicionar su cuadra, en fin, todo lo que podían necesitar aquellos bellos animales.

Fue maravilloso, pero cuando finalizó el curso recuerdo irme llorando (sin que me vieran claro) porque pensaba que aquella experiencia había sido muy escasa y que jamás iba a poder estar con caballos tanto tiempo como allí estuve. No sabía lo que el destino de mi vida tenía preparado para mi.

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