Esta abuelita llegó a Pegaso comprada por un hombre que tenía otras yeguas en
pupilaje conmigo. Me pidió ir a verla al pueblo donde la tenían, era una finca de ovejas y hacía
mucho que no la montaban, ella de primeras huyo de mi cuando la quise coger, pero al final lo
logré y vi que tenía unos cascos horribles, no se los habían recortado en siglos y los tenía en
forma de estrella, deformados. Pese a los cascos su forma física era buena y con un pelaje
negro brillante que hipnotizaba. El señor la compró para darle la oportunidad de recuperarla y
que sus hijas pudieran montar en ella.

Durante el primer año estuvo bastante mal pues el problema de sus cascos era grave,
estaba infosada. Es una enfermedad por mala alimentación del caballo en donde el hueso de
su casco se desplaza y se coloca en una posición que les da mucho dolor. Se hicieron varios
recortes con una podóloga experta que fue logrando que Tizona pudiera liberar su dolor y
comenzara a caminar mejor. Le ponía unas botas para sus cascos que ayudaba a que las
piedras del camino no le molestaran tanto.

A la hora de montarla era algo insegura pero respondía bien a las órdenes, pese a su malestar de cascos su andar era rápido y en algún trote que hacíamos era como si flotases en ella. La montaban siempre los niños y niñas más pequeños para evitar que el peso le hiciera ir más dolorida, le gustaba salir con la manada de ruta aunque solo la llevábamos por zonas poco abruptas y de poca duración.                                         

En la manada le gustaba estar con los machos, sobre todo con Max, Orión y Albin (al principio que estaba aún fuerte para estar con todos) no era una yegua a la que todos la siguieran y no se metía en líos, prefería estar por detrás de los líderes.

Su dueño de aquel entonces quiso probar a llevarla a cubrir con una veterinaria que hace inseminación artificial para intentar tener un potro de ella ya que para montar no iba a poder como él quisiera. A mí me pareció que no era buena idea pues hasta que no estuviera bien el mismo peso del embarazo la iba a estar molestando mucho. Aun así se la llevó. Estuvo dos meses en el centro veterinario donde volvió a sufrir. No funcionó pues Tizona era ya mayor y aunque le pusieron muchas hormonas no lograron que se quedara preñada. En el tiempo que estuvo allí pasaron cosas muy malas para la yegua. La veterinaria creía necesario herrar a la yegua para corregir su problema de infosura. Es una visión no del todo correcta pues pues con herradura se debilita más la pared del casco y su suela deja de endurecerse al no pisar directamente en el suelo por lo que termina debilitándose. Pese al consejo mío y de la podóloga experta que había estado recortando los cascos de Tizona, su dueño quiso herrarla y empeoró muchísimo. Volvía a caminar con tanto dolor que casi ni se quería mover.

El dueño se había llevado sus otras dos yeguas a otra finca y no podía llevarse a Tizona en el estado en el que estaba pues requería de muchos cuidados y de no poder montarla otra vez en mucho tiempo. No sabía qué hacer con ella, un animal enfermo, viejo y que ya no es útil ni para montar ni para criar. Yo no dudé ni un segundo y le dije que yo me haría cargo de ella, no podía dejarla a su suerte pues acabaría en el matadero como muchos otros. La adopté legalmente para estar en mi manada Pegaso dándole la vida que merecía tener, con todo el amor y cuidados que pudimos dar.

Durante los 3 años que ha vivido con nuestra manada Tizona cambió mucho, aprendió que no todos los humanos somos malos con los animales que no dan beneficios y no pueden ser usados, con nosotros pudo sentir que era una más de nuestra familia y que nuestro amor nunca le iba a faltar, gracias a ello se la veía disfrutar de nuestros cuidados, de las caricias y rascadas que le dábamos, ya no huía de nosotros.

Pero llegó una época donde el dolor de sus cascos por su enfermedad era tan tremendo que decidimos ponerle fin. La veía estar tumbada durante mucho tiempo y cuando andaba su cara era puro sufrimiento. El día que vinieron a dormirla estaba Albin con nuestra otra yegua jubilada, “Ramona” , en una finca cercana y podían ver a Tizona. Fue muy duro para todos pero para Albin más, no paraba de relinchar y correr de un lado a otro, era como si se estuviera despidiendo pues al caer al suelo dormida su compañera él comenzó a calmarse. Es increíble ver en los animales cómo duele la perdida de un ser querido igual que para los humanos.

Tizona siempre estarás en nuestros corazones gran yegua luchadora. 26/04/2024

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